Xohan Viqueira, el compromiso con la materia, la sociedad y el arte

Expo Xohan Viqueira

Siempre he defendido que la escultura, y la cerámica no deja de ser profundamente escultórica, es un arte que, a pesar de que su proceso de creación y producción es evidentemente una elaboración táctil, —también la pintura, el grabado o cualquier arte plástica lo es, – en cambio, en su proceso de recepción, percepción e interpretación es una obra absolutamente visual. Es el componente visual, la mirada crítica e interpretativa que se produce en el receptor de la obra, la que finalmente la completa bajo códigos de percepción visuales, es decir, se recibe y se percibe como una imagen. Esto todavía se refuerza más por las escasas posibilidades que un receptor tiene habitualmente de poder tocar la obra, que en la mayoría de los casos le valdría una fuerte reprimenda del guardia de seguridad de la sala de exposiciones o incluso ser acusado de algún delito contra el patrimonio cultural.

Partiré, pues en esta aproximación interpretativa a la obra de Xohan Viqueira a la que he sido invitado, entendida como construcciones de imágenes, sin obviar naturalmente la manera en la cual la materia y el proceso de producción configuran y median en esa construcción de la cerámica artística de Xohan como imagen, y en la recepción final de la obra por parte del observador. No obstante, no hay que limitar la comprensión de lo que es una imagen a la visión o la percepción bidimensional que nos ofrece una fotografía o una ilustración o dibujo, aunque supongan un referente esencial del concepto. La experiencia real y tridimensional con las piezas, o con cualquier entorno natural o social sobre el que nos movemos, acaba siendo percibido como constructo visual de experiencia, completada por el resto de sentidos del ser humano, y almacenada en la memoria de nuestra cultura visual individual a la que recurriremos al enfrentarnos a experiencias similares.

Acercarse a la obra de Xohan, es sin duda pasear por un universo de grafismos y caligrafías que, adheridos, inscritos o grabados sobre la cerámica, construyen esa fusión que siempre ha existido entre el dibujo y la necesaria expresión artística, que alejan a muchas piezas de cerámica de su componente práctica o utilitaria para las que fueron históricamente concebidas, como vasijas, jarrones, recipientes en definitiva, y la conectan a la necesidad humana de comunicación y construcción de mundos propios que se expresa a través de las manifestaciones artísticas.

Xohan, recoge en toda su extensa producción, parte de esa tradición cerámica basada en la obra de torno, siempre bajo una premisa investigadora, pero nunca conformándose con las devoluciones cromáticas y físicas que imponen el fuego y la química sobre la materia prima del barro, tras salir del alquímico horno del ceramista. Él, impone sus propios criterios artísticos a la materia, a través, especialmente, de un fuerte contenido dibujístico y pictórico, que está incluso presente en su propia obra de torno más vinculada con la tradición cerámica.

Ya en estas piezas, Xohan despliega todo un universo de caligrafías complejo, a manera de un abecedario de símbolos, cuyo significado nos invita a investigar y aumenta la fruición estética de estas obras, remitiéndonos a caligrafías del pasado, míticas y místicas, casi como un vocabulario espiritual y divino que gira alrededor de sus cuencos y vasijas que devienen metáforas y esferas de contenido que trasciende lo local. Todo en estas piezas remite a lo esencial, universal y ancestralmente humano, el gesto caligráfico y dibujístico, el símbolo, la unión con la tierra, el agua y el fuego que constituye el propio proceso de creación cerámica, la necesidad de comunicación y reafirmación de nuestro Yo más auténtico y profundo, descansa en estas obras que devienen poesía de barro y fuego.

Pero no podemos olvidar el cromatismo y la textura, ambos, elementos muy presentes en la toda la obra de Xohan. Las punciones, las incisiones, los cortes sobre la materia, descansan sobre la misma idea, construyendo casi un código lingüístico o simbólico que invita a ser descifrado o simplemente a disfrutar con el juego imaginativo de percepción que construye.

Xohan tampoco descuida los armoniosos juegos cromáticos en su obra, que están perfectamente equilibrados y acompasan al resto de elementos en la conjunción de lecturas, integrando a la perfección las artes y diluyendo las diferencias entre pintura y cerámica, que habitualmente se presentan como elementos muy dispares y que la experiencia de artistas como Xohan, resitúa en un diálogo necesario y nos abre la puerta a reflexiones imprescindibles sobre el papel y la división de las distintas prácticas artísticas.

Del mismo modo, los surcos, las grietas, las imperfecciones, nos remiten al organicismo de los entornos naturales, pero también y especialmente a las biografías, al paso del tiempo, a los acontecimientos vitales que van dejando huellas de memoria en nuestro espíritu y nuestra conciencia y van constituyendo los caminos de nuestra personalidad. Así, cada una de estas piezas es como una pequeña conciencia humana, todas ellas diferentes y únicas, y todas ellas cargadas de recuerdos, sentimientos, sufrimientos y placeres en cada incisión y protuberancia cerámica. Unas más profundas y duraderas y otras más leves e imperceptibles, en función de la huella que van dejando en nuestro espíritu, los acontecimientos biográficos de nuestro giro permanente por el torno universal de la vida.

De esta forma, la lectura y la apreciación estética de la obra cerámica de Xohan, se nos hace más inteligible, vinculándola a la narrativa poética e interpretativa que toda obra visual posee y que debe ser indagada, experimentada y gozada desde múltiples vías. Richard Shusterman reivindica en los últimos años el papel y el interés por la somaestética, esa estética vinculada al cuerpo, pero siempre entendiendo el cuerpo más allá de lo que nos propone el materialismo cientifista, que es incapaz de reconocerlo como caja de resonancias e instrumento sensorial de lo espiritual, y lo espiritual no es otra cosa que lo esencialmente humano.
Lo esencialmente humano se deriva de la acción y la conjunción del pensamiento creativo, experimental y experiencial que se produce en el hecho artístico, y de una forma aún más notable en el hecho cerámico.

Este aúna la vinculación de lo humano espiritual con la esencia de los elementos naturales primordiales, tierra, agua, fuego y aire. Lo material y lo espiritual se condensan en la cerámica, de una forma que pocas prácticas artísticas pueden reivindicar. Xohan, como gran maestro ceramista que es, como artista de lo humano-espiritual en lo material, ha comprendido las claves de la cerámica y ha recogido en toda su extensa obra, la condensación entre materia primordial, acción gráfica y pictórica, huella simbólica, volumen que reivindica su presencia en el espacio vital, narrativa visual y significación social. Navegando entre estos conceptos es donde podemos encontrar los perfiles esenciales de su obra, y es entonces cuando se produce el milagro de la experiencia estética, ese momento casi mágico y místico de la comunión de la obra con el receptor. Y la obra no se debe confundir nunca con la materia de la que está compuesta, ni tan solo con la forma, aunque parte de ella y en ella reside, pero trasciende lo material, el objeto, para vincularse con complejas estructuras significativas y simbólicas, que se adhieren a nuestra percepción.

Xohan, además de dotar a su obra cerámica de un contenido estético muy intenso y pictórico, no puede dejar escapar el fuerte compromiso social y político que emana de su trabajo y de sus acciones y que es inseparable de la experimentación estética de toda su producción artística. Sus numerosas instalaciones o en muchos casos intervenciones en espacios públicos, donde la cerámica y el arte se integran en la relectura de nuevos significados interpretativos del espacio, en defensa, primordialmente, de los derechos humanos, tan terriblemente agredidos por la naturaleza materialista del mercantilismo neoliberal, constituye otro de los ejes angulares de su discurso estético. De una estética que, como siempre, no olvida su filiación ética y el recuerdo primordial de: de dónde venimos y hacia dónde queremos ir colectivamente, un espacio que el arte no puede permitirse el lujo de abandonar.

Xohan siente la necesidad permanente de continuar trabajando, continuar renovándose a sí mismo, de ahí esas constantes purgas que el mismo le inflige a su propio taller, revisitando su propia biografía, porque la obra de un artista deviene un recorrido visual por su vida y su pasado, entregados generosamente y sin pudor a la comprensión de aquellos que se cruzan en el camino de estas. En esas historias tejidas de encuentros y desencuentros en los que todos vamos construyendo nuestra propia biografía, en conjunción con las lecturas que hacemos de los demás y de lo que nos aportan sus obras vitales. Él tiene mucho que decir, y por eso siente la necesidad constante de continuar creando.

Precisamente en sus últimas obras, se percibe de inmediato esta premisa, y sobre todo, la fuerte impronta de lo experimental apoyado en la madurez y el control y dominio de la materia. Xohan doblega el barro, inclina la cerámica y casi el fuego, hacia su voluntad creativa, y ante el observador atento y escrutador, se muestra en estas piezas, esa ansia por subyugar la cerámica y sus limitaciones a su propia narrativa plástica y visual. Lo consigue, obviamente, aunque quizá el propio artista no sea muy consciente de ello.

La cerámica de Xohan, nos deja todavía con ganas de saber más, de saber que más cosas es capaz de ofrecernos un artista como él, ya maduro y respetado, especialmente en el mundo de la cerámica, un artista que hay que reivindicar como artista, sin las etiquetas del ceramista, que lo es y de los mejores, que el dominio institucionalizado y jerárquico de las artes impone y parece relegar por debajo de otras prácticas artísticas. La cerámica no es más, y lo es todo, que un discurso narrativo a través del cual se expresan los seres humanos, un discurso puramente artístico y que debe ocupar su lugar en este estadio de experiencias.

Nos quedamos con sus obras y con su afabilidad humana que queda grabada en sus piezas, y que nos ayudan a comprender, no solo su mundo, sino especialmente el mundo que todos compartimos, gracias a su obra de corte universal.

© Ricard Ramon. 2016.
Texto del catálogo de la exposición. No Borders. Xohan Viqueira. Museo Nacional de Cerámica González Martí.

Algunas fotografías propias del taller de Xohan.

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