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Hoy escribo unas pequeñas notas sobre cómo concibo que debería desarrollarse el Fediverso, como una verdadera alternativa a la desesperanza y el oscurantismo que prevalece en el resto de espacios digitales. Lo más importante es que aquí no debemos caer en la desesperanza, bajo ningún concepto.

En estos momentos es muy fácil, pero hay que recordar que nunca, jamás, ningún imperio, ningún mal duró para siempre, y que lo que hay que dejar claro es que lo que se juega aquí es la lucha del bien contra el mal. Puede sonar simplista, y puede que lo sea, pero hacer el bien es algo que no debe abandonarse jamás, por muy simple que pueda sonar. Así de polarizado es, y en ese marco del bien, hemos de jugar.

Debemos convertir el Fediverso, en un espacio para la esperanza. No podemos conformarnos con ser un espacio de mera resistencia. No basta con resistir, hay que ir más allá, proyectar más allá. No podemos regirnos por ser una reacción contra algo o de defensa de algo, al menos, no únicamente. La mejor forma de resistir, de plantar cara, es convertirnos en una vanguardia de nuevos pensamientos, de creaciones y de imaginación, de nuevos mundos posibles, que no emergen como reacción, sino como respuesta natural a la necesidad del bien.

Nuestro mundo no debe responder a su mundo, debe ser otro mundo que le pase por encima, lo tape, lo arrase con alegría y belleza y le calle la boca para siempre. Pero eso no lo podemos conseguir si nos dedicamos a criticar lo que hace y representa ese mundo. Debemos construir nuestro propio mundo y hacer que avance por encima de, más allá de su miseria y de su mal.

No se combate la oscuridad con más oscuridad, solo proyectando luz. Y esa luz debemos crearla, haciendo fluir las ideas, ofreciendo espacios para el intercambio, la colaboración mutua, pensando de forma audaz y valiente. Debemos convertir el Fediverso en un espacio de vanguardia del pensamiento, donde trabajemos por alinear la innovación, que siempre surge en el marco de la buena conversación. Los antiguos cafés literarios y filosóficos, como espacios de conversación y pensamiento seguramente, no vuelvan jamás. También tenían sus contrapartidas. Aunque no se debe abandonar la idea de los encuentros y las oportunidades para la conversación cara a cara, que son insustituibles. Pero pueden ser un camino paralelo.

Concebir Mastodon y otras herramientas del Fediverso, como un verdadero laboratorio en el que hagamos fluir una creatividad exacerbada y una imaginación desbordante, que rompa todos los esquemas del capitalismo tecnofeudal y fascista y sus instrumentos, que lo hunda en su miseria y lo arrase como la gran ola de Kanagawa. Materialicemos la utopía.